Proyecto republicano asigna 4,600 millones de dólares (mdd) para que Trump los use a discreción. Proyecto demócrata, 4,500 mdd. Todos de acuerdo en mantener los campos de concentración donde tienen detenidas a migrantes adultos y niños separados de sus familias.
La cruda imagen de Óscar y Valeria Martínez, padre e hija salvadoreños que murieron ahogados en las fuertes corrientes del Río Bravo, desató la indignación y el horror de la opinión pública en Estados Unidos.
En estos días, los duros testimonios de las condiciones de hacinamiento y abandono en que se encuentran los niños migrantes detenidos en el campamento Clint, en Texas, también sacudieron redes sociales y medios. Niños de 7 u 8 años cuidando a los bebés, bebés sin pañales, todos sin ropa para cambiarse, sin acceso a agua, jabón y pasta de dientes, sin comer, sin atención médica. Fue un escándalo que evidencia la crisis humanitaria que viven los migrantes.
Unos 300 menores estaban en Clint. Cuando se hicieron públicas las degradantes condiciones en las que se encontraban, la Agencia de Protección de Fronteras (CBP, por sus siglas en inglés) retiró a 249 de los menores, para anunciar después que llevó a 100 de vuelta al centro.
El hostigamiento y la persecusión contra los migrantes en México y en Estados Unidos muestra las nefastas consecuencias de obstaculizar el paso de las personas que huyen de la miseria y la violencia creadas y cultivadas por la aplicación de los planes neoliberales ordenados desde Washington.
Como respuesta, el partido republicano y el partido demócrata impulsan leyes para asignar fondos al control del flujo migratorio.
El proyecto demócrata: “humanizar” los centros de detención
Los demócratas, con mayoría en la Cámara de Representantes y con miras a las próximas elecciones presidenciales de 2020, proponen destinar 4,500 millones de dólares para mejorar las condiciones de detención de los migrantes en la frontera.
Apostaban a presionar a los republicanos y a Trump, quienes los responsabilizan de la crisis migratoria.
Los demócratas exigen al CBP que aplique estándares obligatorios de salubridad y seguridad para los centros de detención y protocolos para afrontar los picos de llegadas de inmigrantes. Aparte, demanda a Servicios Sociales que no mantenga detenidos a los menores en centros temporales más de 90 días antes de entregarlos a familias o centros de acogida. Y prohíbe contratar a empresas que no garanticen un estándar mínimo en la comida y las camas, así como cepillos de dientes, escuela, atención médica y actividades de ocio.
Es decir, básicamente, “mejorar” las condiciones de detención de los niños migrantes, que seguirán encarcelados como si fueran criminales por el sólo hecho de haber sobrevivido a la peligrosa travesía por México y al cruce del Río Bravo.
El proyecto republicano: reforzar la seguridad fronteriza
Pero los republicanos, mayoría en el senado, rechazaron este proyecto en el senado y aprobaron su propia ley, que contempla una asignación de 4,600 millones de dólares a la frontera.
Su proyecto destina unos $1,300 millones para mejorar las condiciones en las instalaciones en la frontera y $2,900 millones para la Oficina de Reasentamiento de Refugiados, la encargada del cuidado de niños migrantes y que puede quedarse sin fondos en días. A su vez, reglamenta que las visitas de los senadores a las instalaciones que albergan a niños no acompañados deben hacerse con dos días de anticipación, para ocultar los desastres debajo de la alfombra.
Entre ambas iniciativas, la diferencia es qué tantas facultades le dan al presidente estadounidense para definir en qué se gastarán esos fondos.
Lo que está en juego para ambos partidos del establishment estadounidense es sólo un frío cálculo electoral: a cuál de los dos van a responsabilizar por la crueldad extrema desatada en la frontera las personas que pueden votar en 2020. Trump no se pronunció a favor de ninguno de los dos proyectos hasta ahora. Y algunos demócratas expresaron su rechazo a enviar fondos para mantener la política migratoria de Trump, pero no pasaron de quejas.
Y aunque López Obrador haya afirmado en México que el gobierno “tiene la conciencia tranquila”, la realidad es que la militarización de las fronteras con EE.UU. y con Guatemala, sumada al hostigamiento a los migrantes, demuestran que se ha transformado en una extensión de la Border Patrol al sur del Río Bravo.
Mientras tanto, la CBP, cuestionada por el escándalo de Clint, se queda sin director. John Sanders, el actual, en un mes deja su cargo. Trump es amo y señor de la política fronteriza de Estados Unidos, y embarcado como está en la campaña para su reelección, esto augura que los actos de crueldad seguirán.
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