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Red Internacional

Se prometió evitar las turbulencias que ahora acechan al gobierno. Columna de economía de El Círculo Rojo, un programa de La Izquierda Diario en Radio Con Vos, 89.9. En texto y audio.

Viernes 1ro de julio de 2022 | Edición del día
  • Pasaron apenas tres meses y el acuerdo con el FMI empieza a hacer agua. Recordemos que cuando se cerró la negociación, a principios de marzo, el Gobierno de Alberto Fernández esgrimió dos fundamentos principales.
  • El primer fundamento fue que el acuerdo evitaba el desorden cambiario y, por ende, también evitaba un caos económico que podría precipitarse si el país decretaba un default de la deuda. Se prometió, además, el inicio de un proceso desinflacionario.
  • El segundo fundamento fue que el acuerdo permitía sostener la recuperación económica que se experimentó durante el año 2021.
  • El gobierno manifestó una fe casi ciega en la capacidad estabilizadora de la varita mágica del Fondo.
  • El acuerdo se articuló alrededor de tres objetivos: el primero es la reducción del déficit fiscal basada en la licuación de partidas presupuestarias por la inflación y en la reducción de subsidios energéticos; el segundo es la reducción del financiamiento del déficit a través de la emisión del Banco Central en beneficio de su financiamiento a través del mercado financiero; el tercero es la acumulación de reservas en el Banco Central.
  • Los tres ejes del programa convergen alrededor de un objetivo más elevado: juntar dólares para pagar la fraudulenta deuda que dejó el Gobierno de Mauricio Macri, tanto con acreedores privados como con el propio FMI.
  • Resulta que a poco de andar el acuerdo, el Gobierno enfrenta dificultades en los tres objetivos fundamentales fijados en el acuerdo.
  • La guerra de Rusia contra Ucrania afectó los precios de la energía y, por ende, la posibilidad de reducir los subsidios a pesar de que se suban las tarifas de la energía eléctrica y del gas. Además, el oficialismo, en el laberinto de su interna, no logra ordenar la política energética.
  • A esto se suman otros factores, como desembolsos imprevistos. Es lo que ocurre con la nueva ronda de un IFE, que el gobierno tuvo que implementar por el alza de la inflación. De este modo, las cuentas públicas empiezan a mostrar desvíos en relación a lo pactado.
  • Como un dominó, el problema fiscal opera creando dificultades en otro objetivo del acuerdo: el Ministerio de Economía enfrenta dificultades para lograr financiamiento en el mercado local en pesos. Para intentar superar las dificultades ofreció tasas de interés más altas.
  • Esas dificultades se agravan porque el Ministerio de Economía tiene límites para recurrir al financiamiento a través del Banco Central. Son límites fijados por el FMI.
  • Para evitar que se derrumben los bonos locales en pesos, el Banco Central interviene comprando estos bonos, pero lo hace volcando más pesos a la calle. Son pesos que se van al dólar: se tapa un agujero, pero se abren varios otros.
  • En este contexto, los “mercados” especulan con una posible reestructuración de la deuda pública en pesos y buscan refugio en el dólar. Los economistas de la oposición de Juntos por el Cambio, además, alientan esa idea. Entre otros factores, esta posible reestructuración es la que está detrás de la corrida que se observa en los dólares paralelos y que condujo a la suba de sus cotizaciones.
  • Producto de la suba de los precios internacionales de la energía y de distintas maniobras que hacen las empresas para sacarle dólares al Banco Central (esto lo tratamos la semana pasada), el organismo monetario tiene dificultades para lograr las metas de acumulación de reservas pactada con el FMI.
  • Es decir, el acuerdo empieza a hacer agua por todos los frentes. Por eso es importante ver lo que el FMI pide hacia adelante: dice que las metas anuales se mantienen, pero se flexibilizan las metas trimestrales.
  • Así formulado parece que el Fondo actúa de manera comprensiva. Pero leído dos veces, en realidad lo que pide el FMI es que para el segundo semestre del año, que empieza este viernes 1/7, se haga un ajuste más profundo para corregir las desviaciones ocurridas durante el segundo trimestre (abril-junio).
  • No solo eso. Además, empieza a hablar con voz más elevada de reformas estructurales en el ámbito previsional y energético.
  • En este panorama, para tratar de cumplir con el Fondo el Gobierno está implementando medidas que implican frenar la recuperación. Y no se puede descartar que conduzcan a mayor caos económico. A Martín Guzmán se le están quemando los papeles apenas a tres meses de firmado el acuerdo.
  • De todos modos, el problema más grave no lo enfrenta Guzmán, sino las mayorías populares que pagan los platos rotos del ajuste.

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