CRISIS EN NICARAGUA.El “paro cívico” nacional en Nicaragua y la movilización popular
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Las cámaras empresariales y la Alianza Cívica buscan una salida negociada, contra ello hay que impulsar la movilización popular en el camino de preparar una huelga general obrera, popular y campesina.
Jueves 14 de junio de 2018 | Edición del día
Desde la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia de Nicaragua, se convocó a un “paro cívico nacional” de 24 horas para este jueves. Quien lo declaró fue el presidente del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), José Adán Aguerri, anunció en rueda de prensa. Al mismo tiempo que el viernes se reanuda el “diálogo nacional” con el gobierno tal como lo ha declarado la Conferencia Episcopal de Nicaragua.
El empresario del Cosep, en su llamado al “paro cívico” declaró que instaban "a todos los dueños de negocios, pequeños y medianos empresarios, profesionales independientes y negocios por cuenta propia a cerrar sus establecimientos y cesar actividades". Un llamado, como se ve, empresarial. Entre los puntos, además de exigir el fin de la represión estaba la reanudación de “un diálogo nacional” que “permita resolver la crisis” que lleva casi dos meses con saldos trágicos.
El presidente de la patronal también instó a la misma a “respetar la decisión de los trabajadores de sumarse” a ese paro nacional y llamando a los empleados públicos a que no acudan a sus puestos de trabajo de forma masiva. Declaraba que este “paro cívico nacional y pacífico” abarcaría a todo el país y todas las actividades económicas salvo aquellas relacionadas con la preservación de la vida y la cobertura de servicios básicos para la población.
Desde la Alianza Cívica se volvió a demandar a Daniel Ortega "una respuesta inmediata" a la Conferencia Episcopal para reanudar el diálogo y "revisar el sistema político desde su raíz para lograr una auténtica democracia y justicia". Desde la alta jerarquía de la Iglesia Católica se llamó también a adherir, así lo declaró el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, apoyando públicamente al paro nacional porque “exigirá el cese de la represión, apoyo al cambio democrático y pacífico, y vuelta al diálogo”.
Un “paro cívico” de las cámaras empresariales para negociar en mejores condiciones
Pero el llamado de la COSEP y de la Alianza Cívica de “paro cívico nacional y pacífico” va a contramano de la necesidad de un verdadero paro activo nacional, pues como vemos, su llamado es para utilizar la protesta popular para presionar a Ortega hacia el “diálogo nacional” buscando una salida de las élites, de los de arriba. En esa salida tienen su silla representantes del gobierno de Estados Unidos y de la OEA, presencia con la que el propio Ortega está plenamente de acuerdo. En otras palabras buscar un pacto por arriba, de las élites, en beneficio propio, y desarticular la movilización de las masas nicaragüenses.
El llamado es para presionar y encarrilar todo hacia la negociación y por esta vía sacar a las masas movilizadas donde son los de abajo los que están poniendo el cuerpo en cada barricada, en cada tranque, y sobre ellos recaen los más de 150 muertos en estos 57 días de crisis. Ellos le tienen temor a lo que una mayor rebelión popular podría ocasionar; y en esta crisis, donde el pueblo avanza en su movilización prefieren no arriesgar todo lo que lograron bajo el orteguismo: mercados abiertos al capital extranjero, libertad para avanzar con la concentración de tierras y la destrucción ambiental, altas ganancias gracias a la superexplotación de la mano de obra y los subsidios del Estado, adhesión a los consejos del FMI y el capital financiero internacional.
Desgraciadamente, varios representantes de los estudiantes y hasta dirigentes de la llamada sociedad civil se pliegan a esta política de las cámaras empresariales y de la alta jerarquía católica que ha sabido convivir durante más de doce años con el orteguismo. Así, una representante universitaria que forma parte de la Alianza Cívica, Valeska Valle, declaraba que el objetivo de ese paro nacional "es apoyar el diálogo nacional mediado por la Conferencia Episcopal de Nicaragua y demandar el cese inmediato a la violencia y la represión".
Contra las salidas negociadas: desarrollar la movilización obrera, popular y campesina
Contra las salidas negociadas y pactadas, los trabajadores, los sectores populares y los campesinos deben profundizar la movilización y la rebelión en curso, tal como se viene desarrollando en Managua, fundamentalmente en los barrios orientales de esta capital, los mismos que jugaron un papel clave de resistencia y lucha durante la lucha contra la dictadura de Somoza. O en la misma dinámica de Masaya donde se calculan más de 200 barricadas que se han levantado y donde los pobladores de los alrededores de la ciudad levantaron tranques para que los policías y los grupos parapoliciales no entren a la ciudad. Es que esta ciudad también tiene un histórico de resistencia y lucha durante la revolución que llevó a la caída de Somoza.
Situaciones similares se desarrollan en León, Jinotepe, Granada, Chinandega y en muchas más ciudades y pueblos del interior del país, donde la juventud cumple un papel destacado así como lo hacen los sectores populares de los barrios y las poblaciones, el movimiento campesino anticanal, de conjunto y que además reclama tierras, siendo la gran fuerza de este levantamiento de características plebeyas, populares, con epicentro en ciudades que fueron símbolo de la revolución de 1979 y hasta no hace mucho, bastiones del sandinismo.
Más que nunca se hace necesario fortalecer la movilización de conjunto, para ello hay que combinar en un pliego único de reivindicaciones, de las legítimas demandas democráticas contra la represión y por justicia, contra el régimen autoritario y corrupto de Ortega y Murillo, con las demandas obreras, campesinas y populares, por el salario, el trabajo y la tierra, contra el pago de la deuda externa y la “tutela” del FMI, contra la entrega de los recursos naturales a las mineras y agroindustrias y contra el proyectado Canal. Esto como parte de un programa de los trabajadores, para que la crisis la paguen los capitalistas.
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Impulsar una huelga general obrera, campesina y popular
La situación en Nicaragua reclama un paro activo nacional que sea la base y permita preparar una huelga general activa obrera, campesina y popular. Una huelga general indefinida, con movilización y tranques, para paralizar realmente al país, incorporando a la misma y en las calles toda la fuerza de los trabajadores, los campesinos y las masas populares, confiando en sus propios métodos y organización.
Para preparar ese camino, se hace necesario también generalizar la organización de comités y otros organismos de lucha, capaces de tomar en sus manos las múltiples tareas del levantamiento, incluyendo la autodefensa contra la represión estatal y las bandas sandinistas. Pero también su coordinación y centralización nacional, democráticamente organizada como un gran frente de las organizaciones y organismos que se den las masas en lucha y que adopte un programa propio, obrero y campesino ante la crisis nacional.
El pueblo de Nicaragua tiene historia en huelgas generales como fue el paro de 28 días en el año 1978 en el enardecido país de entonces, y las subsiguientes huelgas generales indefinidas que se desarrollaron en 1979. A esto es lo que le temen las cámaras empresariales y la propia Iglesia Católica, el mismo gobierno, así como a la OEA y al gobierno de Estados Unidos, a la que se suman, direcciones estudiantiles. Le temen también las burguesías centroamericanas, por eso pujan al diálogo, pues saben que esta situación puede contagiar a los trabajadores de Costa Rica que vienen de desarrollar importantes movilizaciones, así como a los obreros y campesinos de Guatemala, El Salvador y Honduras, incluso en Panamá donde se desarrollan importantes paros de trabajadores.
Contra esta perspectiva es que por arriba continúan las tentativas de una salida negociada entre el gobierno de Ortega y la llamada Alianza Cívica por la Justicia y Democracia, y este es contenido del llamado del “paro cívico” que le dan las cámaras empresariales. Por eso, la juventud, los trabajadores, los sectores populares en los barrios y los campesinos no deben dejarse engañar, llevando adelante un verdadero paro activo nacional tomando sus propias demandas obreras y campesinas, y desarrollando sus propios métodos de lucha, avanzando hacia una huelga general obrera, campesina y popular hasta derrotar al gobierno de la dupla Ortega-Murillo.
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